Impacto medioambiental del lavado tradicional
Según datos de UNICEF, 3 de cada 10 personas en el mundo no cuentan con acceso a agua potable. En nuestro país, esta cifra corresponde a 1.4 millones de chilenos que se traduce en un 8% de la población. Cada vez es más difícil disminuir esta cifra, puesto que el mundo y Chile en particular, están atravesando por una crisis hídrica con sequías extremas que desafortunadamente van en alza. Urge buscar soluciones innovadoras, arriesgadas y de gran escala en procesos donde no se ha considerado dejar de utilizar agua, como por ejemplo, el lavado de ropa cotidiano en casas.
Este proceso es una necesidad, representando el 20% (“Cuidado en el uso del agua”, SISS) del consumo total mensual de agua potable en una casa en Chile donde vive una familia de 4 personas, lo que corresponde a 50.000 lts al año. Esto equivale a 500 duchas de 5-7 minutos, solamente en lavar prendas. Además del uso excesivo del agua, existen otros problemas invisibles vinculados al lavado de ropa: la generación de miles de toneladas de microfibras de plástico, que en la actualidad representan un tercio de los microplásticos liberados en los océanos del mundo, (2017, UICN) que terminan contaminando no solo los cuerpos de agua si no también afecta la cadena alimenticia de animales marinos, y por ende, perjudicando también nuestra alimentación. Y por si fuera poco, este proceso es lento y tedioso de realizar, lo que quita tiempo valioso para quien lo realiza.
El consumo excesivo de agua pone en riesgo la seguridad alimentaria, advierte FAO
El consumo excesivo de agua, la degradación de los recursos naturales y el impacto del cambio climático amenazan con reducir el suministro de agua en algunas regiones del mundo para el año 2050, especialmente en los países en desarrollo, advierte un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en conjunto con el Consejo Mundial del Agua.
No obstante, esos organismos consideran que habrá suficiente de ese recurso para la producción de alimentos para una población mundial estimada en 9.000 millones.
El estudio llama a los gobiernos a diseñar políticas y atraer inversiones hacia el sector para garantizar que la agricultura, la ganadería y la pesca se hagan de forma sostenible con salvaguarda de los recursos hídricos.
Otro aspecto del documento señala que para el 2050 la producción de alimentos necesitará entre un 60% y 100% del agua para sus actividades en los países menos desarrollados.
El informe también indica que en la actualidad la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial, mientras que en 2050 esa proporción alcanzará los dos tercios. Los mayores factores son el consumo excesivo de agua para la producción alimentaria y agrícola.
Por ejemplo, en grandes zonas de Asia, en Medio Oriente, África del Norte y América del Norte y Central, se utiliza más agua subterránea de la que se puede reponer de forma natural.
Fuente: news.un.org
El principal foco de contaminación de nuestras costas es tu lavadora
En cada lavado se liberan miles de micropartículas de plástico que no llegan a eliminarse en las plantas de depurado y que viajan por los ríos hasta el mar.
Cada ciclo de lavado de una lavadora puede liberar más de 700.000 fibras de plástico microscópicas al medio ambiente, según un estudio. Un equipo de la Universidad de Plymouth en Reino Unido pasó 12 meses analizando lo que pasa cuando se lava cierta cantidad de materiales sintéticos a diferentes temperaturas en lavadoras domésticas, utilizando diferentes combinaciones de detergentes, para cuantificar las microfibras que se desprenden.
Hallaron que el tejido acrílico era el mayor culpable porque desprende cerca de 730.000 pequeñas partículas sintéticas en cada lavado, cinco veces más que los tejidos mixtos de poliéster y algodón, y cerca de 1,5 veces más que el poliéster.
"Diferentes tipos de tejidos pueden tener niveles muy diferentes de emisión", explica Richard Thompson, profesor de biología marina en la Universidad de Plymouth, que ha dirigido la investigación con la estudiante de doctorado Imogen Napper. "Necesitamos entender por qué algunos tipos de telas liberan considerablemente más fibras que otras".
Estas microfibras llegan a través de las aguas residuales domésticas hasta las plantas de tratamiento de aguas. Allí algunos de estos mínimos fragmentos de plástico son capturadas de los lodos residuales. El resto llegan a los ríos y, con el tiempo, a los océanos. Un periódico publicó en 2011 que se descubrió que las microfibras componen el 85% de los desechos humanos en las costas de todo el mundo.
El impacto de la contaminación de microfibras no se entiende por completo pero los estudios sugieren que tiene el potencial para envenenar la cadena alimenticia, que se acumulan en el tracto digestivo de los animales, que reducen la capacidad de algunos organismos para absorber la energía de los alimentos de una manera normal y que incluso puede cambiar el comportamiento de los cangrejos.
Las lavadoras eléctricas son uno de los principales causantes de la contaminación de microplásticos. Un estudio publicado en junio por la Universidad de California en Santa Bárbara, en colaboración con la empresa de ropa Patagonia, halló que cada lavado de una chaqueta de lana sintética liberaba una media de 1,7 gramos de microfibras.
Nuestra ropa, uno de los principales contaminantes
Ha habido pocos estudios cuantitativos sobre la contribución que las fibras de ropa sintética hacen a otras fuentes de contaminación de microplásticos, según Thompson. Es demasiado pronto para sacar conclusiones firmes, explica, pero "nuestra investigación muestra que es probable que sea uno de los principales focos".
Se necesita más trabajo para entender otros factores que afectan a las emisiones", añade. Apunta que la duración del lavado, el diseño del filtro de la lavadora y la velocidad del centrifugado son los factores más importantes en cuanto a la cantidad de microfibras liberadas.
Estos plásticos diminutos son exactamente la punta del iceberg de una estimación de 12 millones de toneladas de plástico que llega cada día al mar", explica Louise Edge, defensor de los océanos en Greenpeace Reino Unido. "Desde el embalaje de botellas hasta microplásticos, las empresas tienen que responsabilizarse de lo que producen. Los gobiernos tienen que legislar por un cambio y todos nosotros tenemos que cambiar nuestra manera de pensar en torno al plástico".
Los gobiernos ya están actuando en torno a la contaminación procedente del plástico. Reino Unido ha anunciado una prohibición sobre las microesferas de plástico que tendrá efecto a finales de 2017 mientras que Estados Unidos las prohibirá a mediados de ese mismo año. "No estamos abogando por que esta investigación deba desencadenar algo similar, pero la industria necesita reflexionar sobre el diseño de telas para asegurar que las emisiones medioambientales se reduzcan al mínimo", concluye.
Traducido por Cristina Armunia Berges
Fuente: eldiario.es